Se acaba un ciclo político en el país. Y con este, esperamos que se acabe toda la miseria que percibimos a diario de toda índole. Pero la pregunta que me aturde es; ¿será que el país puede lograr realmente un cambio tan drástico, después de ver la deshumanización en la que se encuentran todos los elementos sociales del país?, ¿será que un presidente puede lograrlo?
Tenemos hambre, un hambre de necesidad, que si no se satisface llegará la muerte. Por lo tanto si tengo hambre debo intentar conseguir ese alimento, esa opción asertiva de entregar nuestra ilusión a una sola persona, nuestro representante, nuestro presidente. Es por eso la importancia de saber usar nuestra forma de participación del voto, debes elegir qué quieres comer; si carne, o pescado, si verduras o frutas.
Claro está, que si consideras que el no tener la edad suficiente para participar en el voto, te hace externo a este proceso electoral, te equivocas. Porque al ser parte de esta sociedad, tienes el compromiso ciudadano y la necesidad de estar informado, investigar y escuchar diferentes posiciones. Esto para que generes unas preferencias partidarias, un sentido analítico, y cuando tengas la posibilidad de participar en el voto, lo sepas hacer bien.
Ahora solo queda la ilusión de encontrar lo que siempre hemos buscado, de poder ver que se eleva y no que se destruye un futuro próspero, lleno de oportunidades e igualdad de condiciones para todos. El cambio de presidencia no solo significa un cambio de gobierno, sino un renacer, un borrón y cuenta nueva en alternativas, en esperanzas, en ilusiones. Queremos saborear resultados, sentirlos y disfrutarlos.
